lunes, 23 de julio de 2007

Un país posible


Cada año, desde su creación en 1994, quienes formamos parte de esta red de personas y organizaciones que constituye Venezuela Competitiva, retomamos, ante la inminencia de adentrarnos en una nueva jornada de detección, documentación y divulgación del Éxito Venezolano, el espacio para la reflexión. ¿Por qué seguir hablando de competitividad? ¿Cuán oportuno es insistir en la importancia de estimular el desempeño de individuos y colectivos exitosos? ¿Qué tan relevante es seguir articulando modelos de excelencia y promoviendo el estudio sobre sus experiencias y lecciones aprendidas?

Con esta reflexión, nos llega la participación, que aumenta cada año, de casos que se postulan con la esperanza de que su experiencia pueda ser evaluada y reconocida por nosotros como acreedora al Premio a la Excelencia. Casos cuyo éxito tiene escasos visos de lo fortuito y muy marcados acentos en el esfuerzo, la visión, el compromiso, la creatividad, la responsabilidad y la convicción del poder que tienen estas capacidades y competencias frente a un entorno no siempre auspicioso y, a ratos, francamente desalentador.

El consecuente estudio y conocimiento de cada una de esas experiencias trae a nosotros el descubrimiento de las novedosas y eficaces soluciones que implementan en su quehacer, y la reafirmación de la efectividad de algunas claves tradicionales que utilizan para enfrentar el reto de la supervivencia empresarial y la excelencia institucional. Y con ese descubrimiento, nos surge la imperiosa necesidad de extender al resto del país el conocimiento, el aprendizaje, las llaves que podrían abrir más puertas al éxito de tanto proyecto emprendedor.

Siendo así, es claro una vez más, para nosotros, que es necesario seguir hablando de competitividad en un país y un planeta que se plantean el reto de una integración social, cultural y comercial que nos acerca, nos comunica y nos hace compartir espacios y realidades. En tanto el mundo se nos hace más ancho y menos ajeno, necesitamos abrir nuestra percepción a las lecciones aprendidas por otros, fortalecer las iniciativas que nos permitan estar a la altura del reto de mercados y sociedades expandidas, destacar nuestras experiencias afortunadas, soslayar los escollos que ya conocemos y utilizar ese bagaje como viento que nos permita, no sólo mantenernos a flote, sino también navegar con velas desplegadas. En este contexto, el éxito de cualquier proyecto que se plantee el desarrollo de organizaciones productivas, comunidades prósperas, estados eficientes, ciudadanos viviendo en bienestar, depende de que se pongan de manifiesto los valores de excelencia, logro y cooperación inherentes a la verdadera competitividad, a la competitividad que integra y consolida en el esfuerzo y la convicción de ser mejores, la competitividad que no habla de ganadores frente a perdedores, sino del derecho de todos a ganar; competitividad que es una ruta para la solidaridad y la cooperación.


Dunia de Barnola, Directora ejecutiva